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Jornadas de Puertas Abiertas, III Curso de Arqueología y Antropología Forense en el Frente de Levante
Parte I
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Toda persona, por muy Comisario Político que sea nombrado, cuando la enfermedad le merma, adquiere carencias tanto en la actitud respecto a lo pretendido, como en la honradez que todo momento requiere; pero la sinceridad impera sin que el reproche impere: no hay tal. Viene a ser este amplio comentario una carta personal dirigida a personas varias que sabrán reconocerse en la lectura. Siendo invitado y tras rechazar el envite, acepté el 'quite'. Quise adelantarme al evento, adelantando mi visita a Alpuente con bastantes horas de antelación, viajando hacia el lugar en la tarde-noche del día anterior, efectuando varias llamadas telefónicas a mi Teniente con el fin de reunirme con él con el suficiente tiempo de transmitirle información disponible, teniendo en cuenta que, al día siguiente, sería misión imposible el compartir momentos, documentación parcial imprescindible y palabras que llenasen vacíos, en fin, que colaborasen cara al buen fin de la recuperación de parte de la Memoria Histórica, de hechos de armas, de lugares sagrados que aún puedan guardar restos de quienes dejaron la vida en defensa de lo que consideraron 'Libertad, derechos cíviles, progreso y amor'. No pudo ser, las líneas telefónicas fueron cortadas por el enemigo (supongo) y, rendido, junto a una paciente Dora Peiró paré a dormir en Villar de la Libertad (del Arzobispo), qué otra cosa podía hacer. Clareado el alba de la mañana reciente, mal dormido pero dispuesto, malinformado, torné a un camino cruel que no era el mío y, escupiendo maldiciones -debí coger la carretera por mí pretendida, no fue así-, llegué a Alpuente bien temprano. Me dispuse a asistir a la Jornada de Puertas Abiertas del III Curso de Arqueología y Antropología Forense en el Frente de Levante, organizado por
https://www.facebook.com/events/1420620574620920/ impulsado por personas desinteresadas que deben de autofinanciarse, no hay otra, hablo de personas vinculadas al Grupo por la Recuperación de la Memoria Histórica de Valencia, hablo de políticos (de izquierda y de nueva hornada, claro está), historiadores, arqueólogos, voluntariedad,compromiso y, como dije anteriormente, amor.
El día se me antojaba amplio, muy amplio, superaba mi capacidad, ya comenté que no me encuentro en mis mejores días. Conferencias varias por delante (hablo de alocuciones a escuchar que habrían de manar en boca de
Matías Alonso,
Miguel Mezquida Fernández, María Benito, Alejandro Calpe, Javier Iglesias, Cristina Albir -a quien hice sufrir involuntariamente-, Alicia Pérez, José María Azkárraga, Tono Vizcaíno, Andrea Moreno, Vicent Gabarda y Francisco Etxebarría), habiendo disfrutado de sus ponencias en jornadas diversas -recuerdo con añoranza todas las jornadas organizadas, con anterioridad, por Izquierda Republicana-, me decidí por las conclusiones de mis amistades más directas y eludí las del resto que ya conocía; mi vientre, mi tórax y mi próstata no habrían de permitírmelo. Todo, por no hacer caso del refranero; 'el hombre propone y dios dispone', pretendí la inversa, no podía ser, no fue, entre dios y yo existe diferencia grande.
Al poco, nos desplazamos a 'El Collado de Alpuente' con el fin de visitar un punto de atención sanitaria que atendió a los heridos de guerra republicanos que se batieron en diversos hechos de armas ante el avance la las tropas franquistas que pretendieron la toma de Valencia a lo largo de 1938 (un poco de historia no viene mal), toma que no consiguieron gracias a la decidida toma de decisiones por parte del Alto Estado Mayor Republicano, pero que supuso un elevado coste de vidas para la causa de la libertad, de lo constituído legalmente, hablo de la sangre sobre la sangre de los injustamente tratados, hablo de las plaquetas de los siempre humillados.
Aras, Losilla, Arcos de las Salinas, Alto del Viso... Al otro lado, más al norte, Bejís, Torás, Teresa, Viver... Más tarde dijo y dejó escrito el mejor general republicano valenciano Vicente Rojo que allá, a la altura de las localidades mencionadas, se reprodujo y superó el esfuerzo de lo ocurrido en la denominada 'Defensa de Madrid', no hallando parangón igual; no mentía. Las fuerzas republicanas, bien débiles en medios ante la tenaza italo-franquista, contuvieron al enemigo hasta conseguir derrotarlo (la literatura franquista siempre eludió el hecho real), y estabilizar el frente: la ofensiva franquista fracasó y Valencia quedó a salvo.
Alpuente a la retaguardia, seguramente evacuada la población civil, posible base de intendencia ante la cercanía de las líneas de fuego, albergó puesto sanitario (de 'Segunda Línea' o 'Clasificación' -puedo estar equivocado-, a mi modesto entender) participó activamente en la recuperación de buena parte de las víctimas del frente, de ahí la existencia del punto sanitario de 'El Collado', más cercano a la línea de fuego. Sería muy conveniente conocer, gracias a la documentación existente (posiblemente no), en los 'Archivos Militares', las vías de evacuación. Estoy convencido de que Miguel Mezquida Fernández puede obtener información gracias a parte de la documentación que ha obtenido, seguiré buscando entre las cajas que aún mantengo cerradas y que le ofreceré en cuanto me sea posible, eso sí, sin prisas.
A esta altura del discurso, deseo acordarme explícitamente de
Carlos Mallench Sanz, de César Calvo, Vicente Blas y otros.
Hasta aquí, hasta nueva aportación histórica, el apunte histórico; y vuelta atrás, al día de 'Saturno'.
Ascendido el camino hasta el punto de atención sanitaria cometí el primer error, no pude evitarlo, robé la palabra a mi Teniente, Miguel Mezquida Fernández, indignado quien esto escribe; ante personas interesadas no soporté el error cierto. Anunciaban 'Visita al Hospital de Sangre de El Collado de Alpuente'. 'No podemos engañarnos a nosotros mismos, dije, hemos de ser fieles a la realidad, a la veracidad histórica'.
Digo que se produjo error por mi parte puesto que, no siendo conferenciante, mi comentario debió de ocupar lugar privado. Espero se me excuse, te pido perdón, Miguel, no pude evitarlo, me referí en primeras líneas a enfermedad tajante que priva.
Tiene continuidad en parte II, en breve.